Estamos pasando por tiempos difíciles, una etapa para la que no estábamos preparados. La pandemia causada por el coronavirus, ha dejado severas consecuencias a todos, lo hayamos padecido o no. A raíz del confinamiento la calidad de vida de muchas personas ha disminuido. Se acentuó el sedentarismo, el consumo de comida chatarra aumentó, disminuyó el contacto con seres queridos, aumentó el estrés en casa. Es momento de replantear, el ejercicio es básico para la salud mental, aliado ante la depresión y ansiedad.
La infección causada por SARS- CoV-2 tiene un aspecto clave: la inflamación. La inflamación tiene una importante función para el cuidado y preservación de la vida. Se vuelve un problema cuando se trata de inflamación crónica, que es como si día y noche durante días, semanas, años estuviera sonando la alarma del auto.
El estrés, la comida chatarra, el sedentarismo, contribuyen de manera importante a la inflamación crónica.
Del «Quédate en casa» al «Actívate en casa»
Debido a las características del COVID-19 se han aplicado medidas de «quédate en casa», distancia social, uso del cubre bocas, restringir entradas a grupos vulnerables, etc. Como resultado, hay personas que se han visto en la necesidad de organizar su vida en casa, marcado por sedentario que genera a cambios psicológicos significativos. Esto ha afectado la calidad de vida haciendo que miles de personas desarrollen o incrementen sus niveles de depresión, ansiedad, miedo y tristeza.
La reducida actividad física también ha contribuido a incrementar los desórdenes de carácter, obesidad y problemas cardiovasculares. Es bien conocido que la actividad física oxigenante y tonificante, así como el buen descanso; favorecen el cuidado de la salud y reducen el riesgo de padecer enfermedades asociadas al estilo de vida como diabetes, obesidad, cardiopatias, depresión, ansiedad, etc.
La práctica habitual del ejercicio físico actúa como un modulador del sistema inmunológico reduciendo la intensidad de los síntomas. Además representa una terapia complementaria para mejorar el bienestar mental y social.
Depresión y ansiedad
Los trastornos mentales más comunes son la depresión y la ansiedad, la prevalencia de estos varía según la edad, con un pico más alto en ancianos, pero también en niños, adolescentes y adultos. Estudios evidencian que el entrenamiento físico además de ser bueno para la salud física, también lo es para la salud mental. Por ejemplo se ha reportado que 21 semanas consecutivas de natación y aqua aerobics ha mejorado significativamente los síntomas depresivos.
Otros estudios han propuesto que el ejercicio físico se podría utilizar como terapia para combatir las consecuencias mentales y físicas asociadas a las medidas tomadas durante la pandemia; con especial énfasis en personas adultas. Ya que mejora la presión arterial, disminuye la apoptosis cardíaca, fibrosis pulmonar y la acumulación del colágeno.
Para muchas personas el distanciamiento social y el cierre de centros de entrenamiento, les ha planteado retos para mantener un estilo de vida físicamente activo. Esto aunado al incremento de depresión y ansiedad, se ha convertido en un importante problema de salud a nivel mundial. Bajo este concepto es importante distinguir aislamiento social de cautiverio. Hacerse el tiempo, asignar el espacio en casa, conectar con un profesional y entenderse con la tecnología para realizar ejercicio adecuadamente, ciertamente irá mejorando gradualmente la calidad de vida, la salud y la actitud ante la vida.